ESTRUCTURA DE LA BIBLIA. JUECES



Varios jueces o líderes militares rescatan a la nación de Israel

En el Libro de los Jueces se habla de la llegada del pueblo de Israel a la tierra de Canaán, de las dificultades con las que se fueron encontrando en su asentamiento en cada zona y de la protección divina que pudieron experimentar en varias situaciones difíciles que se presentaron a las diversas tribus. En esos momentos más difíciles Dios mismo fue suscitando unos líderes carismáticos, los “jueces”, que se encargaron de resolverlas.

En el libro, después de un prólogo de carácter eminentemente doctrinal, se suceden las narraciones de las hazañas realizadas por diversos jueces. Estas narraciones son cada vez más extensas, y se les van añadiendo más relatos anejos, conforme avanza el libro. 

Estructura:

Prólogo (1:1‑3:6). Consta de dos partes: Primero se habla de la llegada de las tribus israelitas a la tierra de Canaán y de su paulatino asentamiento en sus territorios. Después se expresa la enseñanza teológica fundamental del libro: Israel permanecerá en esa tierra mientras sea fiel al Señor, pero en la medida en que se aparte de Dios dejará de contar con el favor divino; el Señor ha dado reiteradas muestras de su fidelidad suscitando jueces que salvaran al pueblo de las situaciones comprometidas en las que se fue encontrando, pero Israel reincidió una y otra vez en la infidelidad.

1. Un salvador de la familia de Caleb: Otniel (3:7‑11).

2. Un salvador de la tribu de Benjamín: Ehud (3:12‑30). Tras explicar que los israelitas hicieron el mal y fueron oprimidos por Eglón, rey de Moab, se narra cómo Ehud venció a Eglón. Como apéndice a esta narración se añade una breve noticia acerca deSamgar, un juez menor.

3. Una salvadora de la tribu de Efraim: Débora (4,1‑5,32). Los israelitas reincidieron en hacer el mal y fueron oprimidos por Yabín rey de Jasor. Dios suscitó a Débora para que con la ayuda de Barac reuniera a las tribus e hiciera frente a la situación. Finalmente, tras la muerte de Sísara, jefe del ejército de Yabín, se conjuró el peligro. Al relato de estas hazañas se añade el Canto con el que Débora y Barac festejan el triunfo.

4. Un salvador de la tribu de Manasés: Gedeón‑Yerubaal (6:1‑10:5). Los hijos de Israel vuelven a hacer el mal y en esta ocasión fueron oprimidos por los madianitas y amalecitas. Dios llama a Gedeón‑Yerubaal para que salve a su pueblo y éste convoca a las tribus y selecciona a los hombres con los que se enfrentará a Madián y Amalec. Los vence en la batalla y persigue a los fugitivos hasta derrotarlos por completo. Finalmente muere Gedeón. Y una vez terminada su historia se abre un largo paréntesis para hablar de un intento fallido de instaurar una monarquía en Israel por parte de Abimélec. Para terminar, se añaden unas breves noticias de dos jueces menores: Tolá y Yair.

5. Un salvador de Galaad: Jefté (10:6-12,15). Una vez más el peligro se cernía sobre los hijos de Israel por el avance de los ammonitas, debido a la infidelidad de los israelitas a su Dios. Cuando reconocieron su pecado, el Señor se aplacó y las amenazas de los ammonitas desaparecieron. Esto sucedió gracias a Jefté que antes de la batalla hizo un voto temerario a Dios y cuando logró derrotar a los ammonitas pagó cara su imprudencia en el voto con el sacrificio de su propia hija. Después, también los efraimitas se enfrentaron con Jefté y fueron derrotados por él. También en esta ocasión, se añaden a la historia principal algunas noticias sobre tres jueces menores: Ibsán, Elón y Abdón.

6. Un salvador de la tribu de Dan: Sansón (13:1‑21:25). De nuevo los israelitas volvieron a hacer el mal a los ojos del Señor, y esta vez el Señor los entregó en manos de los filisteos. Ahora Dios suscitará un salvador del que se anuncia a sus padres su nacimiento y también se dice que será nazareo, consagrado a Dios, desde el seno materno. De él se cuentan varias de las hazañas realizadas gracias a su fuerza prodigiosa. Finalmente, seducido por Dalila, le manifestará el secreto de su fuerza, y será apresado por los filisteos. Por último, una vez recuperada su fuerza prodigiosa, él mismo pierde la vida al derribar la casa en la que estaba junto con muchos filisteos.

Epílogo. Al final de esta historia, como había sucedido en otros casos, también ahora se añaden dos historias distintas entre sí, pero relacionadas entre sí. El primer relato está relacionado con la migración de la tribu de Dan desde el lugar en donde estaba al principio, en la Safelá, hacia el norte del país. El protagonista del mismo es un levita que es bien acogido, primero por un hombre de Efraim y después por los hombres de Dan (17:1‑18:31). El segundo relato tiene como protagonista a otro levita que no encuentra hospitalidad por parte de los benjaminitas de Guibeá, que quieren abusar de él y maltratan hasta la muerte a su concubina. Esto origina una lucha entre las tribus israelitas, de todos contra Benjamín, que está a punto de hacer desaparecer a esa tribu (19:1‑21:25). De este modo, dejando constancia del desorden y la corrupción de costumbres a la que se había llegado entre las tribus debido a su infidelidad a Dios se termina el libro.

El libro de los Jueces el lector tiene la impresión de estar leyendo lo que podríamos denominar las tradiciones de las tribus de Israel. Se trata de un momento de desórdenes, en el que las tribus israelitas carecen aún de una unidad política. 

Es evidente que al redactarse las distintas tradiciones se quiere resaltar el esquema: pecado – castigo – salvación. La insistente llamada a la fidelidad a la Alianza. El pecado es una grave ruptura, que introduce un desorden en las relaciones con Dios. Pero la acción liberadora de Dios nunca falla, aunque necesitará de unos hombres a los que elige de modo gratuito: la vocación personal al servicio de la obra de la salvación. Acción liberadora de Dios.